Aún las tortugas, en su caparazón, que podría separarlas de todo a su alrededor, comparten un viaje juntas.
La sensación de carencia (lack, en inglés) crea sufrimiento, en buddhismo conocemos las 4 Nobles Verdades que nos llevan a entender que todo ser vivo desde que nace siente sufrimiento (dukkha) y, el buddhismo, nos enseña a entender las causas del sufrimiento, su cese (más conocido como nirvana) y, el Óctuple Sendero – que nos conduce a la prácticas meditativas que a su vez nos ayudan al cese del sufrimiento. Estas enseñanzas son muy llamativas para las personas que nos encontramos en medio de situaciones de duelo y sufrimiento, sin embargo, a lo largo de nuestra línea de vida existe la sensación de carencia, incomodidad, enfermedad hasta que llega nuestra muerte. Las enseñanzas buddhistas antiguas nos hablan de tres tipos de dukkha: el primer tipo de dukkha es el sufrimiento físico y mental, incluyendo la sensación de separación de los demás y del sufrimiento que causa estar en donde no queremos con quien no queremos; el segundo tipo de dukkha es la impermanencia, todo cambia y acaba , lo bueno y lo malo, hasta la vida misma; el tercer tipo de dukkha es el egocentrismo de encerrarnos en nuestras propias experiencias y esto hace sentirnos solos, separados de los demás. El sentido de carencia (lack) implica que siempre estamos tratando de sentirnos reales, es decir, siempre tratamos de encontrar un fundamento en este mundo; en pocas palabras, nuestra carencia representa el vínculo entre dukkha (nuestra incapacidad para ser felices) y annatta (sin sí-mismo), porque sospechamos que no somos tan reales como creemos serlo, y esa es la fuente del dukkha más profundo, de nuestra peor angustia.
La filosofía buddhista llegó a occidente adaptándose a las diferentes culturas, por supuesto no se puede ser igual en México que en Estados Unidos ya que tenemos diferentes creencias, cultura y tradiciones.
La interdependencia de nuestro mundo globalizado, dice David Loy, ha beneficiado al conocimiento desde oriente a occidente para estas prácticas y enseñanzas, sin embargo, estas enseñanzas se han ido adaptado para ser más accesibles para todos. Las traducciones de textos desde la antigüedad también han ido cambiando estas enseñanzas, y ahi encontramos una de las principales enseñanzas de Buda, “cuestiona cualquier cosa que te cause duda”.
El maestro Zen y académico, David Loy, en su libro “Dinero, Sexo, Guerra y Karma”, nos comparte su teoría de los “tres venenos institucionalizados” y por supuesto nos hace entender que estamos en una situación muy diferente de la época y lugar en donde vivió el Buda. El nos habla de la importancia de transformar estos tres venenos: la codicia en generosidad, la animadversión en benevolencia y el engaño o ignorancia en sabiduría, ¿por qué los llama “institucionalizados”? porque son las versiones colectivas de las cuales también debemos ocuparnos: los sistemas económicos institucionalizan la codicia, el militarismo institucionaliza la animadversión, y los medios de información institucionalizan la ignorancia y el engaño.
David Loy nos comparte cuál es el problema más importante en estos momentos: es el cambio climático y la crisis ecológica, sin embargo, la mayoría de las personas no ve la seriedad del problema. Aquí también hay sensación de carencia, ya que nuestros problemas personales fundamentales son la ilusión de estar separados de los demás.
David Loy nos comparte: ” El buddhismo socialmente comprometido no implica la formación de un movimiento social particular. No obstante, y junto con otras espiritualidades comprometidas, si pudiera desempeñar un importante papel en lo que se ha ido convirtiendo en un movimiento global en favor de la paz y la justicia social. El buddhismo aporta un énfasis en la práctica espiritual personal, un compromiso con la inofensividad, la flexibilidad implícita en la impermanencia y la insustancialidad (anatta y shunyatta), junto con la comprensión de que finalizar con nuestro propio dukkha requiere que nos ocupemos del dukkha de los demás. “